Hace ya algunos años me encontraba en un lugar llamado el Santuario de Avebury, en el condado de Wiltshire (Inglaterra). Conmigo estaba el Archidruida del lugar, Terry Dobney, un hombre grande con barba larga y blanca y con un montón de chismes colgando de su capa; vamos un hombre de aspecto peculiar. Lo bueno de encontrarse con gente con ese aspecto, pensé, es que te puedes pasar un buen rato mirando toda esa parafernalia colgando de su ropa y no aburrirte ni un solo minuto.

El grupo presente ese día le hacía variadas preguntas que él escuchaba con sumo detenimiento. Una de ellas era cómo le nombraron Archidruida. Respondió que su antecesor le paso la “vara de poder” antes de morir en compensación a los años que llevaba dedicándose a transmitir y trabajar el druidismo y él le prometió ocuparse de realizar el rito de transito del susodicho al otro mundo.

El Archidruida anterior era muy querido y respetado por todos. Sus amigos más allegados (unos 150), se citaron a las 10 de la noche en un pub-albergue llamado el “Red Lion” para poder caminar juntos hacia El Santuario y realizar la ceremonia que le ayudaría en su paso al otro mundo, de la misma manera, rendirle honores y despedirse de él como se merecía.

La gente llegaba a la cita a cuenta gotas. Por ello no llegaron todos hasta bien pasadas las 12 de la noche. El pub estaba abarrotado y los amigos, en su mayoría moteros y músicos, estuvieron tomando pinta tras pinta de la famosa Ale (cerveza inglesa), esperando a sus colegas. Una vez reunidos empezaron la marcha hasta ese poderoso lugar que se haya a unos 4 km del pub. La fila de gente que emprendía esa marcha no era siempre lo recta que se podía esperar, debido al grado de alcohol adquirido durante la espera.

Una de las personas del grupo, que estaba más cerca de mí, le preguntó a Terry: -¿Cómo  puedes llevar una ceremonia de Tránsito con tanta gente en este estado?

El “Archi» Terry le respondió, mientras esbozaba su sonrisa característica,: – Es increíble cómo la gente borracha hace el triple de esfuerzos para permanecer respetuosos en estos momentos; de todas formas, añadió –  No creo que al Archidruida le moleste mucho esta situación… ¡murió de una cirrosis fulminante!

Fui el único en ese grupo que casi explota de la risa. Me pareció genial ese “punchline” (frase remate de un chiste o historia graciosa), pero no fue lo mismo para el resto de las personas allí reunidas, que estoy seguro me consideró de lo más irrespetuoso; bueno, todos menos el “Archi” Terry que se rió conmigo.

¿Cómo podemos definir el humor respetuoso o no respetuoso sobre todo cuando hablamos de espiritualidad o religión? Los seres humanos utilizamos la comedia y la risa en muchos aspectos. Lo hacemos para reducir la tensión y el miedo, para quitarnos la máscara, para marcar los límites de quién está dentro y quién está fuera. Lo hacemos para desinflar el ego y la pomposidad. La risa es la única arma que tienen los desfavorecidos frente a los poderosos porque puede ser tremendamente subversiva y también puede llegar a ser una unión cultural entre diferentes actitudes e ideas.

Eso sí, ¿Por qué en muchos ámbitos la risa puede llegar a ser peligrosa e irrespetuosa cuando la relacionamos con el más delicado de los temas como son la religión y/o la espiritualidad?

Esta podría ser una pregunta interesante. Es natural el miedo al ridículo; las creencias tienden a ser muy personales y envuelven a la mayoría de la gente en una gran sensibilidad a todo lo que ellas representan.

La broma (en el buen sentido) hacia los temas religiosos se traduce en la burla hacia los fieles y su fe. Es habitual hacer humor para señalar y reírse de la gente que consideramos “tonta”, o que no está al nivel que nosotros consideramos adecuado, sin que ello nos moleste. Para algunos, esta no reacción ante eso, puede parecer normal, pero si te metes con sus cosas más sagradas, la broma les parece ofensiva, pesada y fuera de tono.

Los paganos reciben una gran cantidad de mofa (casi nunca en el buen sentido) por parte del gran público, pero sobre todo en los medios de comunicación. Esto es debido, en parte, a que se ven y son diferentes, vamos, un blanco fácil: un poco como bailarines de Morris en el Reino Unido o los Momochorros en Euskadi. Se me ocurre pensar que si la mayoría de las personas lleváramos cencerros, cascabeles y campanas (cosa que yo personalmente encontraría muy divertido) le daríamos más musicalidad y color a la vida.

Casi todas las religiones son propensas a la grandeza y pomposidad  (propensión que para mí es básicamente una locura y un derroche), rodeándose siempre de seriedad y en muchos casos de falsos puritanismos. La risa de las personas que en ocasiones llamamos irreverentes (nada más lejos) puede hacer mucho para ayudarnos a mantenernos enfocados en lo que realmente importa, relajarnos y rodearnos de un agradable estado de bienestar. La comedia realmente buena depende del enfoque. Estoy en mejor posición que un druida para hacer un chiste sobre druidismo, por la distancia que tengo cara a ellos. Si la uso para el efecto cómico, puede ser algo productivo.

“Cuando nos reímos, somos humanos. Cuando nos reímos, nos olvidamos de matarnos unos a otros.”

La cultura judía está llena de chistes sobre el judaísmo y el pueblo judío. Se ríen de ellos mismos y con ellos, en una forma de auto-depreciación con el mundo exterior. Eso me fascina. He aprendido de ella, y el efecto principal ha sido mejorar mi comprensión y respeto hacia ese pueblo y sus creencias.

Soy consciente de que hacer bromas sobre el Islam es peligroso, y lo único que se consigue a veces, es recibir amenazas de muerte. Es por esa razón que no haré nada que les pueda parecer irrespetuoso, pero el no poder o querer hacerlo, es lo que me hace desconfiar de su sentido del humor y de su forma de ver la vida.

La ironía, la parodia y la comedia sofisticada del juego de palabras dependen del conocimiento, es decir, tenemos que saber lo que estamos parodiando. Para ser “chisteable”, uno debe elegir y entender, por lo menos un poco de lo que quiere chistear. El día que oiga a un cómico conocido haciendo bromas acerca de los druidas, sabré que el mundo nos está tomando en serio. La risa rompe el hielo, rompe las barreras sociales y una broma compartida da puntos comunes de referencia cultural y un sentido de pertenencia. Los chistes sobre sí mismos dentro de una comunidad, son marcadores importantes de esa pertenencia. La religión cumple una función en términos de pertenencia cultural y de sentido de lugar. La risa y la comedia tienen un papel importante para desempeñar eso, y si nos molesta la risa hacia las cosas sagradas; hacia el derribo de las vacas sagradas; hacia cuestionar la doctrina y el liderazgo; o a llamar a la Diosa o al Dios y que salte el contestador… si eso nos molesta…estamos perdidos.

Es saludable hacer bromas acerca de las religiones pues los desafíos para con la fe no son una cosa mala. Cuando la broma proviene del exterior, la podemos sentir como un asalto al orgullo, la dignidad y hacia todo lo que valoramos, pero, como todo lo que nos pone a prueba, también nos da la oportunidad de practicar lo que predicamos. Para mí, como para un druida, la tradición de la sátira es un elemento importante.  Si alguien hace una broma a mi costa, o a costa de mi fe, mi posición religiosa es tratar de llegar a una mejor y potente manera de reír y más fuerte.

Cada religión tiene sus propias maneras, pero no tengo ninguna duda que cada una puede contribuir a la forma en que manejamos la risa que nos llega del exterior.

Creo sinceramente que la risa, como todos los otros eventos emocionales de gran alcance, tiene el potencial de ser una experiencia religiosa en sí misma. ¿Por qué toda religión es propensa al misticismo aburrido?  Sin duda, Dios soltara una risita de vez en cuando en sus descansos divinos.

Lo sagrado es más grande que nosotros, casi por definición. A veces nos reímos porque es mejor que llorar. Cuando nos reímos, somos humanos. Cuando nos reímos, nos olvidamos de matarnos unos a otros. La risa de corazón no es herramienta para el comienzo de una agresión. El odio es una cosa fría y triste, y los que odian la encontrarán tan insoportable que no les dejará hacerle frente… o entran en ella y se alejan del odio, o intentarán aplastarla. Si somos capaces de reírnos de nosotros mismos, de las cosas que hacemos, las probabilidades de que queramos “matar a alguien” serán menores, ya que nos sentiremos bien y en armonía con nosotros mismos. Dada la historia de las religiones en todo el mundo, eso no estaría nada…nada mal.

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