La Rueda Estacional sigue girando y llegamos a la celebración de Lughnassad, también conocida como Lammas.  En este rito se celebra la recogida de la primera cosecha del año,  y se agradece a la Tierra y a las deidades los frutos que nos dan y que disfrutaremos durante este periodo del año. Pero no se trata solamente de una cosecha de alimento, si no que también se trata de una cosecha espiritual: es el momento de empezar a prepararse física y anímicamente para los meses del de calma que pronto llegarán. Este ritual también marca un cambio de estación, en el que se despide al verano y se da la bienvenida al otoño. No hay más que mirar al suelo, ya amarillento, para ver las primeras hojas secas y ser conscientes de que se está produciendo este cambio en la Naturaleza. Es el momento de recibir al otoño, periodo asociado al elemento agua.

ELEMENTO DE LA EMOCIÓN

El agua fluye, se mueve y te libera. Puedes confinarla en un vaso, enfriarla hasta convertirla en hielo, calentarla hasta evaporarla o intentar encauzarla por donde tú quieres. Con el agua hay una variable que siempre tienes que tener en cuenta y es que, hagas lo que hagas, ella esperará para sorprenderte moviéndose por sitios que no has pensado que lo haría o no has tenido en cuenta que pudiera hacerlo.

Puedes quedarte fascinado con su movimiento hipnótico, relajarte con su vaivén de ida y vuelta, sorprenderte con su fuerza incontrolable o limpiarte sumergiéndote en ella.

Las emociones cuando nos desbordan, tanto en positivo como en negativo, acaban en lágrimas. Las lágrimas no son más que el agua que ya no necesita tu cuerpo y que necesita irse y seguir fluyendo, aunque parece ser, que el componente de ellas, variará según sea la emoción que ha ocasionado tu llanto.

No retengas el agua, sé ella… Y experimenta las emociones, vívelas y sobre todo no te las guardes hasta que exploten como un géiser… Es mejor ser una gota de agua que una ola de destrucción.

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